Cuando pensamos en desarrollo, innovación, avance tecnológico, rara vez pensamos en el derecho, pues la parte teorica y practica comúnmente sigue el mismo rumbo, y a pesar de los constantes cambios y actualizaciones jurídicas que ocurren en las diferentes áreas de aplicación del derecho, pocas veces estas se enfocan en resolver problemas a través de soluciones definidas por el design thinking como “prácticas”.
Sin embargo, el hecho de que en el área legal muchos procesos ya se encuentren preestablecidos por un ordenamiento jurídico; también hay un área en la cual se desempeña el abogado y es allí donde se enmarca la diferencia, pero antes de avanzar con el desarrollo del Design Thinking en el derecho, debemos preguntarnos ¿sabemos qué es el Design Thinking?
Los autores Manuel Serrano Ortega y Pilar Blázquez Ceballos definen el Design Thinking como:
“…una manera de resolver problemas reduciendo riesgos y aumentando las posibilidades de éxito. Empieza centrándose en las necesidades humanas y, a partir de ahí, observa, crea prototipos y los prueba, consigue conectar conocimientos de diversas disciplinas (psicología, sociología, marketing, ingeniería…) para llegar a una solución humanamente deseable, técnicamente viable y económicamente rentable.”
Otro autor llamado Teun den Dekker describe en su libro “Design Thinking” la metodología de su aplicación mencionando:
“…se utiliza para desarrollar procesos de innovación centrados en las personas, ofreciendo una lente a través de la cual se pueden observar los retos, detectar necesidades y plantear soluciones. Se centra en el proceso de diseño e integra enfoque de diferentes campos. Mediante la participación de equipos multidisciplinares que tienen como objetivo adquirir conocimientos básicos sobre las personas usuarias del producto o servicio, y sobre la situación o el problema que afrontan.”
Entonces no queda más que el cuestionarnos, ¿cuál es la relación que puede tener este tipo de metodología en un campo tan amplio como el del derecho?
Aunque difícil de creer, en la actualidad existe un movimiento denominado Legal Design Thinking, que sigue la corriente original; no obstante, se encuentra enfocada en el área legal, uno de los pioneros en el campo es el Señor David Jhonson, profesor de la Universidad de Stanford, exasesor del vicepresidente de Estados Unidos y Representante Legal de grandes compañías como Apple, Cisco y Merryl Lynch.
En varias de sus entrevistas destaca el hecho de que el abogado debe empatizar con su cliente, conocerlo y enfocar sus esfuerzos y conocimientos legales con el fin de definir una solución a un problema legal que tiene su cliente y que probablemente él desconozca; los abogados en la actualidad deben ver más allá de los problemas que solicitan sus clientes, pues su labor va más allá de la expedición de documentos, al tener un pensamiento más lógico, del que tiene una persona común al igual des resaltar su facilidad en el campo de la oralidad, es allí donde marcan la diferencia en el ámbito de la negociación.
Es por ello que la aplicación del Legal Design Thinking, es probablemente el futuro del derecho en el área mercantil, pues aquellos abogados que se encuentran más cerca del desarrollo de estas capacidades, son quienes se encargan de guiar legalmente el desarrollo de las empresas, no queriendo decir esto, que la aplicabilidad de esta metodología en el campo del derecho se limite a esta área.
Aunque esto sin duda alguna, representa todo un reto para los profesionales en derecho tal como lo describe Ricardo Oliva abogado con 20 años de experiencia, especializado en derecho mercantil y derecho digital; en una de sus entrevistas menciona:
“…en Derecho no hay nada más difícil que la simplificación, por lo que el reto a superar será traducir el lenguaje legal complejo en lenguaje visual sencillo sin modificar el exacto significado que se quiere transmitir a los clientes y, por supuesto, sin cambiar el contenido de las obligaciones y los derechos de las partes del contrato”.
Y aunque muy difícil de implementar y desarrollar en el campo legal el Design Thinking, es sin duda alguna una metodología que al desarrollarse de manera adecuada, es útil para cualquier despacho de abogados, resolviendo problemas de organización y de procesos, mejorando la experiencia del cliente y satisfaciendo sus expectativas, para la generación de documentos de componente jurídico y para diseñar nuevos productos o servicios legales.