Hace 40 días que resiste en el puente de mando del Alakrana

Es la primera vez que posteo una entrevista en mi blog, fiel a la filosofía y estilo del mísmo y siguiendo día a día un tema de relevancia internacional como es la pirateria en alta mar procedo a reproducirla a continuación.
Entrevista del Diario ABC al capitan del buque español.
En el atunero vasco asaltado el 2 de octubre funciona un único teléfono. A veces suena y nadie lo coge. «Hablemos antes de que me lo escondan», contestó el gallego Ricardo Blach ayer a mediodía a la llamada de ABC.
-¿Son más violentos los piratas en presencia de su jefe?
-Sí, sí. El «presidente» (como se dirigen a él) antes se iba cada mañana, pero esta vez lleva cinco días con nosotros y no sale de aquí. Piensa que ha ganado la partida. Al sentirse triunfador, y ver que todo le viene como pidió, que parece que traerán a los dos arrestados, está feliz, de lo cual me alegro. Al menos así han dejado de vejarnos. Hace tres horas que no nos pegan.
-¿Les han permitido descansar de noche?, ¿hay alguna tregua?
-Pues, antes de tumbarnos en el suelo, donde reposamos, nos dieron patadas, al capitán, Iker Galbarriatu, y a mí. Y cuando creímos que íbamos a poder dormir, empezamos a escuchar ráfagas de ametralladora. La tripulación había arrancado un motor auxiliar, para que el barco no trabajase siempre con el mismo, y éstos se creyeron que ¡era un avión! Entonces empezaron a lanzar tiros al aire. Eso pasa porque están colgados… ¡Drogados todo el día!
¿Cómo consiguen la planta psicoactiva (khat) que mascan?
-El que viene a hacer el relevo la trae. Están todo el día con esas hojas, que provocan agresividad. Y con coca-colas y fantas, porque el alcohol que había se lo han acabado.
-Hay como un paréntesis, por lo que cuenta, tras la reunión del primer ministro somalí con el embajador español en Kenia.
-Parece que se ha llegado a un acuerdo por el que Somalia solicitará la extradicción de los dos que están en España. Ahora falta que la Audiencia Nacional acepte mañana (por hoy) en la reunión con nuestras familias que vengan esos dos bichos, porque de lo contrario estaremos en serio peligro de muerte. A ver en qué queda. ¡Por Dios, suplico a la Justicia que nos ayude!
¿Los bandidos creen que sus compañeros van a regresar ya?
-Claro, tienen las mismas informaciones que nosotros. Por eso todo es brazos en alto, sonrisas… Si los devuelven, los meterán en la cárcel, y al día siguiente fuera. Aquí mandan más que el gobierno. Y si no los traen, habrá euforia, pero para matarnos. Subirá el tono de agresividad y… ¡En fin!
-¿Cuántos bandidos están ahí?
-¿Oyen el murmullo? Unos 26. Siempre hay de 19 a 30. Dos son muy jóvenes, el resto pasa de los 25. Al no entendernos, nos amenazan con armas y gestos. Sólo habla inglés el mediador suyo, que vino antes. El nuestro, el español, está con el armador en Nairobi.
-¿Se sabe con seguridad si los desembarcados están dentro?
-Estamos incomunicados, pero aún así, yo casi, casi aseguraría que sí. Pero no puedo.

-¿Pueden comer y beber?
-Con la comida no hay problema, salvo cuando la tiran de una patada al mar. Es para ver si reaccionamos, y poder decir «te he pegado por esto». Pero nosotros no molestamos ni decimos nada por si acaso. Y nos pegan igual, por nada. Con el agua es peor. Podemos potabilizar 2.000 litros al día. No nos duchamos para ahorrar. Y los bichos de aquí abren grifos, malgastan… Hoy hemos pedido, a través de su mediador, que dejen de usar tanta, si no lo hacen para cocinar habrá problemas.
-¿Habló con el armador?
-Hace un rato. Está con el embajador y nuestro mediador. Cualquier cosita que nos diga buena, es una gran luz para nosotros… ¡Un salvavidas!

-¿Y con su familia?
-Con mi mujer. (Pregunta por su hija Cristina, y escucha la respuesta). Me alegro de que me digáis que la niña está bien, la pobre anda con los psicólogos. No estaba en casa. Si hablan con ella, díganle que si no vienen esos dos, nos matarán. Eso se lo tienen que poner muy clarito a la Audiencia Nacional, cuando los reciban.
-¿Qué mensaje le mandan comunicar los saqueadores?
-Que los tres que sacaron no están a bordo, y que los suyos vengan o no hay nada que hacer. Una vez que vuelvan, pedirán más dinero, casi seguro. Y si hay un revés, si antes esto era un infierno… A mí me tuvieron amarrado y amordazado del sábado al domingo. Cuando me ataron me hice pis… Y ellos se mofaron de mí.

-¿Qué pide al Gobierno?
-Que nos saque de este infierno mandando a esos dos. Cuando lleguen, éstos dicen que estaremos cuatro días más, para negociar el dinero y nos podemos ir. ¡Que yo estoy haciendo lo que no puedo ya!
ABC
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