España restituirá la nacionalidad española a los descendientes de judíos sefardíes expulsados de la península ibérica hace cinco siglos, y no les obligará a renunciar a su otra nacionalidad sea cual sea su actual país de origen, informó el viernes el gobierno.
Hasta ahora, la legislación española reservaba el beneficio de la doble nacionalidad a ciudadanos latinoamericanos y de otras excolonias como Filipinas.
«Lo que hoy hacemos es reencontrarnos», dijo el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. «Había una deuda histórica con aquellos que siempre han querido ser españoles, que allá donde viviesen han llevado nuestra lengua, el sentido de pertenencia».
«Muchos de ellos, como ocurre en el bazar de Estambul, guardaban incluso las llaves de sus casas, esas casas de las que fueron expulsados», añadió.
España ya tenía vías para facilitar la ciudadanía a los sefardíes. Pero el nuevo proyecto, que debe ser ratificado por el Parlamento, simplifica los trámites.
Las personas que soliciten la nacionalidad española deberán acreditar su origen sefardí y una especial vinculación con el país. Esa condición podrá ser certificada por un funcionario, la autoridad rabínica competente y la Federación de Comunidades Judías de España.
«España, una vez más, no sólo no decepciona sino que da un paso histórico a favor de los judíos sefardíes», señaló Isaac Querub, presidente de la Federación, en un comunicado.
Se calcula que hay más de dos millones de judíos sefardíes en el mundo y que miles de personas, fundamentalmente en Turquía, el norte de Africa y América Latina, podrían beneficiarse de esta nueva ley.
La palabra sefardí proviene del hebreo y significa literalmente «español». Los sefardíes son descendientes de los judíos expulsados de España en 1492. Muchos de ellos han conservado el idioma y las costumbres ibéricas a lo largo de los siglos.
El Decreto de la Alhambra o Edicto de Granada, promulgado por los Reyes Católicos Isabel y Fernando, forzó la expulsión de todos los judíos que no aceptaran convertirse al catolicismo.
Las estimaciones de la cifra total de judíos que salieron de la península ibérica son muy dispares, pero los historiadores consideran que pudieron ser hasta 200.000 personas.
La mayoría se dispersó por capitales como Estambul, Londres y El Cairo. Muchos de los judíos que abrazaron la religión católica para permanecer en España fueron perseguidos y condenados a muerte por tribunales de la Inquisición.
AP