El rostro de la diáspora española en Colombia


Al menos 12 españoles llegan cada semana a Colombia para trabajar y escapar de la crisis
Marisa Martín, una arquitecta española de 46 años radicada desde hace ocho meses en Bogotá, confiesa que a veces se levanta con una sensación extraña: la de tener que ir a trabajar. Parece una exageración, pero para alguien que viene de un país con un desempleo del 27,2 por ciento, y del que cada día salen más de 200 emigrantes a buscarse la vida, trabajar es, para muchos, casi una excentricidad. “Aún me cuesta creer que cada día tengo una agenda llena de objetivos y una docena de proyectos por delante”, dice enérgica.

Paloma Garnica, licenciada en Dirección y Administración de Empresas, comparte la euforia y la incredulidad: “Llegué hace unos cuatro meses de Madrid y a la semana ya tenía empleo en Bogotá. Alucino”. Con apenas 29 años, tres idiomas y cinco años de experiencia en el campo de la consultoría de riesgos, su carrera en España había tocado techo. “En un mercado plagado de empresas al borde de la suspensión de pagos nadie invierte en productos de consultoría. Tenía trabajo, pero en ese contexto, ¿quién puede pensar en una promoción o en crecer?”.

Con esas palabras, las del ‘no futuro’ escritas en la frente, cientos de españoles han desembarcado en Colombia en los últimos meses y parecen ser la avanzada de una oleada mucho mayor. La colonia, conformada hasta hace algunos años por unos cuantos expatriados que trabajaban para multinacionales de capital español –y que llegaban en condiciones laborales privilegiadas–, hoy empieza a acoger a emigrados de todo tipo: desde empresarios que buscan poner un pie en Colombia antes de que el barco haga agua en España, hasta jóvenes con apenas experiencia que acaban de agotar su subsidio por desempleo y vienen con un currículo delante y otro detrás.

Según datos de la Cancillería, el número de visas temporales de trabajo otorgadas a españoles se duplicó en el 2012 con respecto al año anterior. Mientras que en el 2011 se concedieron 308 (una cifra que incluye tanto a los titulares como a los familiares beneficiarios), el año pasado fueron 653. En otras palabras, cada semana al menos 12 españoles se radican en Colombia con este tipo de permiso. La cifra no incluye a los que entran al país como turistas (exentos de visa) pero cuya verdadera intención es tantear el terreno laboral.

Las inscripciones consulares también han aumentado: en el 2010, año en el que la crisis comenzó a arreciar, el Consulado de España en Bogotá tenía 17.219 españoles registrados; hoy la cifra supera los 23.000. Sin embargo, según aclara el cónsul general, Rafael Dezcallar, la mayoría corresponde a emigrantes colombianos que obtuvieron en España la doble nacionalidad y retornaron.

Los números hoy son relativamente modestos, comparados con el medio millón de españoles residentes en Venezuela o el millón que vive en Argentina, pero hablan de una tendencia en alza –explica Dezcallar–. Lo que sí está claro es que seguirán llegando, porque aunque nuestro gobierno está tomando las medidas necesarias para la recuperación, no son fáciles ni producen efectos a corto plazo”.

Las razones para que el país del Dorado vuelva a tentar a los españoles se resumen en dos: crecimiento económico y sensación de seguridad. “Hasta hace algunos años, los españoles miraban a México, Argentina, Chile y Brasil. A Colombia la tanteaban, pero no se decidían –explica el director ejecutivo de la Cámara de Comercio Hispano Colombiana, Enrique de Zabala–. Hoy, el panorama es otro: México y Brasil siguen siendo atractivos, pero Colombia y Perú están emergiendo con fuerza”.

Las puertas abiertas

Al factor económico y de estabilidad se suma la facilidad que encuentra el español para instalarse en Colombia. Mientras que países como Chile y Brasil han endurecido sus requisitos para otorgarles visas y permisos de trabajo –con el fin de parar una eventual avalancha–, en Colombia prácticamente solo se les exige tener un contrato de trabajo o un plan de negocio.

Esta política de puertas abiertas ha atraído a consultores de todo tipo, ingenieros y, muy especialmente, a profesionales del sector de la construcción, tentados por la promesa del boom de las infraestructuras. Con esa misma expectativa, compañías ibéricas como Sacyr Vallehermoso, Ferrovial y FCC –esta última se llevó el contrato para construir la torre de control del nuevo aeropuerto El Dorado y del Centro de Gestión Aeronáutico de Colombia– trajeron sus buldóceres a nuestro país.

“Ustedes forman excelentes ingenieros civiles, pero les ha faltado experiencia en el terreno, porque este no es un país de grandes infraestructuras –explica el sevillano Óscar Sobrón, de la cazatalentos Ackermann Beaumont Group, quien lleva dos años en Colombia–. En este campo, los profesionales españoles tienen un alto grado de especialización y están encontrando un nicho aquí”.

Ese mismo know-how está haciendo muy apetecidos a los profesionales de la banca española, hoy en horas bajas. “Sabemos que un gigante de la banca colombiana quiere traer de España, en los próximos meses, a 80 profesionales –afirma Sobrón–; buscan personal de muy alto nivel, cuya función será aportar su experiencia para la modernización del sector, especialmente en el área de servicio al cliente”.

Los emprendedores también se están multiplicando. Mientras que en el 2010 la Cámara de Comercio Hispano Colombiana tenía censadas unas 170 empresas españolas en nuestro país, hoy la cifra asciende a 350. En su gran mayoría, se trata de pymes, muchas de ellas familiares y con sus cuentas saneadas.

Un ejemplo es Método Consultores, una compañía gallega que ofrece paquetes de formación a gobiernos y empresas y que en Colombia capacita a más de 20.000 personas. “Hace dos años, mi jefe me dio un ultimátum: ‘Tenemos que expandirnos a otros mercados, porque la situación en España es muy compleja’ –recuerda Jorge García-Cortés, de 31 años, gerente de la empresa en Colombia–. Primero llegamos a Panamá, en el 2010, y una vez allí vimos que Colombia también era un mercado estratégico, por su ubicación, su crecimiento sostenido, su estabilidad y la alta cualificación de su capital humano”.

Una segunda oleada

“Es un perfil diferente al de las grandes compañías que se establecieron en Colombia a finales de los 90 –explica la consejera económica y comercial de la Embajada de España en Colombia, Blanca Fernández–. Hoy encontramos empresas con un componente de innovación importante, en sectores tan dispares como biotecnología, software y telecomunicaciones, maquinaria textil, muebles e iluminación, confección y calzado”.

Estos desembarcos, según el director de la Cámara Hispano Colombiana, son apenas el preludio de una segunda gran oleada, que se producirá ahora con la aprobación del TLC con la Unión Europea –que tuvo lugar esta semana–. “Muchas empresas, sobre todo del sector del consumo masivo, van a encontrar aquí un buen emplazamiento, no solo para meterse al mercado colombiano, sino para proyectarse a toda el área andina, Centroamérica e incluso Estados Unidos”, asegura.
Pero al país de las oportunidades ya no se llega con espejitos. Quienes vienen a hacer negocios coinciden en que Colombia es un mercado muy competitivo, con un capital humano muy cualificado y que pide productos y servicios que marquen la diferencia. “La mayoría de los españoles piensa que puede vender lo mismo en Colombia, Panamá o Ecuador –afirma García, de Método Consultores–; pero le puedo asegurar que sin un producto novedoso, una buena red de contactos y algo de músculo financiero es muy difícil prosperar en Colombia”.
La virtud del santo Job también es indispensable. La burocracia, la lentitud para realizar trámites o conseguir financiación son algunas de las quejas más recurrentes de los emprendedores españoles. Algunos aseguran que un plan de negocio que en su país tardaría dos o tres meses en cristalizar, aquí puede tomar un año. “Esto no es Europa, para bien y para mal, así que hay que acostumbrarse a que el timing es distinto –señala Javier Orellana, de 53 años, un consultor financiero que vive en Bogotá desde mediados del 2012–. El que piense que es solo llegar como ‘españolete’ y plantar la bandera se equivoca. En Colombia nadie te regala nada; eso sí, es un país que te devuelve la esperanza, una palabra que hoy no existe en España”.
El Tiempo

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