Obama viste bien. Así lo acreditaba la revista Esquire, que le calificaba como uno de los hombres mejor vestidos del planeta. Pero lo que realmente me llama la atención es cómo viste (y usa) sus impecables y omnipresentes camisas blancas, sólo sustituidas ocasionalmente en verano. Nada hay más básico y previsible que una camisa blanca pero Obama las viste con el estilo adecuado para cada ocasión en las cuatro opciones posibles: con y sin corbata, con y sin chaqueta. Y nunca tienes la sensación de repetición o sobre exposición. Está trabajando un icono estético como parte de su estrategia de comunicación. Su look es parte de su política. Obama quiere conectarse emocional y estéticamente con los Kennedy y, en particular, con Bob Kennedy. Bob se arremangaba los puños y las mangas de sus camisas (siempre blancas, también) con la misma soltura y desenfado con que lo hace Obama. Las similitudes van más allá del vestuario. La capacidad de comunicación, la fascinación del público que le rodeaba, la alegría desbordada e ilusionada de las personas (de todas las razas y condición) por saludarle, por tocarle, la sonrisa permanente que le iluminaba la cara… Las fotografías de hace cuarenta años reflejan la misma emoción del momento histórico que las miles de imágenes que Obama nos ha ofrecido a lo largo de esta apasionante campaña de primarias y presidenciales. Obama es consciente de la importancia de la moda, del estilo en el vestuario. Y de la capacidad de seducir con formas y arquetipos estéticos y culturales que conecten con la mayoría social que quiere representar. Para ello se ha rodeado de expertos, de asesores y también de iconos del star-system, de hombres que son reconocidos por su arte y por su atractivo. Los electores valoran el buen gusto y la idoneidad en el vestuario de nuestros políticos, así como el cuidado en el aspecto físico. Nadie quiere ser representado por quien desprecie el cuidado personal y la imagen pública. Cuidarse y vestirse con estilo es la manera más respetuosa de ofrecer dos mensajes al elector: te represento y me cuido (mi imagen es la tuya); y represento a mi país (o a mi ciudad, o a mi comunidad) y compito con otras imágenes, por ello también cuido mi aspecto. La neuropolítica nos indica que la belleza (el atractivo global, el estilo…) forma parte de las decisiones de los electores. La simpatía y la sonrisa con claves para el éxito político y electoral. Pero, ¿cuál es su secreto? Él mismo ha reconocido no tener en su armario más de cuatro pares de zapatos, y sus trajes de dos botones, casi siempre cortados a la medida y perfectamente encajados, no salen de la escala normal de grises y tonos oscuros. Camisas blancas y corbatas sin estridencias son algunas de sus otras máximas a la hora de seguir un decálogo de vestimenta. La diferencia, como siempre, en los detalles: cuellos de camisa de corte moderno, que estilizan la silueta, nudos de corbata menos convencionales que los de sus adversarios, ropa de sport relajada y cercana, y, en general, un aire mucho más casual y distendido, diferente de cualquier otra figura política de su tiempo, son las claves del carismático “look Obama”. Viste con preferencia trajes, que son más representativos que las americanas, y de tonos oscuros que confieren más carácter a la imagen. Las camisas siempre blancas que, además de favorecer a su tono de piel, transmiten una imagen aséptica. Las corbatas de color vitalista, pero casi siempre lisas o con dibujo discreto. Varía sus trajes, muy bien confeccionados a medida, pero sobre los mismos colores. En un líder político resulta aconsejable porque transmite coherencia de imagen. La primera impresión que produce el conjunto de su persona, es de una gran seguridad y autocontrol. Cualidades imprescindibles en un representante institucional del máximo nivel. La mirada es clara y serena. Viene bien aquí observar que muchos “vendedores de humo”, políticos o no, ponen todo el énfasis en sus argumentos verbales, siendo traicionados inconscientemente por una mirada esquiva y nerviosa. La actitud erguida y determinada, le aporta nobleza. Su sonrisa es franca, comedida y fácil. El tono vital, relajado, transmite seguridad y calma. La agradable resonancia de su voz junto a su admirable autocontrol, me llevan a pensar que muy posiblemente practique respiración diafragmática, similar a la respiración yoga. Me parece interesante en este punto comentar que, salvo cuando dormimos, tendemos a respirar utilizando solamente la parte superior de nuestra capacidad torácica, dejando de intervenir la parte inferior y limitando así la cantidad de oxígeno aportada a la sangre. Como el oxígeno actúa directamente en el sistema nervioso, cuando aumentamos su aportación utilizando la parte inferior pulmonar conseguimos una mayor relajación y autocontrol. También aumenta la potencia y resonancia de la voz, al ejercitar el diafragma por medio de la respiración profunda, muy utilizada por actores, conferenciantes y personajes públicos. La mejora de la fonética resulta muy recomendable porque, si como alguien dijo “La espada del hombre moderno es la palabra”, la voz es el temple de su acero. También es muy positiva la coherencia entre sus canales naturales de comunicación; palabra, mirada, gesto e indumento. Esto resulta fundamental en un político para conseguir credibilidad. Utiliza con frecuencia las manos hacia delante transmitiendo transparencia. Por todo ello, Obama resulta un presidente con una imagen casi perfecta para los EE.UU. del siglo XXI. Pero creo que en esta “radiografía” también conviene apuntar los aspectos que posiblemente se podrían mejorar. Creo que a pesar de tener un discurso potente, su dinámica es un poco escasa: existe una relación directa entre dinámica y liderazgo. Si nos observamos a nosotros mismos, cuando hablamos de temas que conocemos bien (en los que nos consideramos líderes) aumenta nuestra dinámica. Cuando lo hacemos sobre temas que desconocemos, disminuye. Los grandes oradores utilizan todo el cuerpo para transmitir más. Su perfecto autocontrol, a veces puede confundirse con una personalidad emocionalmente fría.
Bird and fortune
Hilarious Diplomatic
The World Map
Test your skills How well do you know the world? think you know where every country is? Here’s a small game I came across to test your knowledge of the world map, demonstrating just how little we know about fellow countries and the big world . http://www.gamedesign.jp/flash/worldmap/worldmap.html (It’s interesting to see that this map tries to avoid political issues like Taiwan and the Palestinian territories, and clicking on those doesn’t show up any names) How well did you do ? http://www.filination.com/blog/
FMI
El FMI reconoce a Kosovo y evalúa su adhesión Se trata de la primera institución internacional en reconocer la existencia como país independiente de esta ex región serbia El Fondo Monetario Internacional ha hecho público hoy su reconocimiento del recién independizado Kosovo y considerará su aplicación para sumarse al organismo multilateral “a su debido tiempo”. El FMI se convierte así en la primera institución internacional en reconocer la independencia de la región separatista de Serbia y representa un impulso para la legitimidad de Kosovo. Este reconocimiento, sin embargo, no es garantía de que su afiliación sea aprobada, ya que Serbia y su aliado Rusia harán todo lo posible para tratar de bloquearla. Kosovo se separó de Serbia en febrero desafiando abiertamente a Belgrado y Moscú, y hasta ahora ha sido reconocido por 43 países, principalmente occidentales, entre ellos Estados Unidos y varios europeos que tienen poder mayoritario de voto en el Fondo.
Diplomacia, ¿una cuestión del vestir?
Armas de seducción masiva ¿Qué quieren transmitir los líderes mundiales? La clave está en su ropa. Luego de la temporada de examenes y redacción de trabajos y memorias, ahora tengo más tiempo de leer artículos relacionados con el objeto de este blog, por eso he decidido subir éste, es un fiel reflejo de lo que vemos todos los días en los telediarios. En geopolítica, la moda también importa. Los líderes han aprendido a utilizar lo que se ponen -y la indumentaria que exigen a otros políticos- para lograr sus objetivos. Todos se visten para convencer, algunos con la intención de demostrar quién manda -como Bush con su insistencia en la informalidad-, y los menos poderosos, para atraer atención y ayudas, como el presidente afgano, Hamid Karzai, para algunos el hombre mejor vestido del mundo. Porque la forma de vestir también influye en las percepciones nacionales y globales. La geopolítica presenta muchas jerarquías en función de la riqueza, el poder militar y el prestigio diplomático. Pero el estilo es un arma de seducción masiva de la cultura. Italia presume de ser el “país de la moda”, y otras naciones también están tomando cartas en el asunto de la imagen de marca nacional. Hace poco, la República Checa se planteó cambiarse el nombre, mientras que otros Estados buscan diseños más seductores para sus banderas. Los líderes mundiales pueden alardear de sus megaciudades, de sus estrellas del deporte y de sus éxitos cinematográficos, que hoy día son la moneda de cambio del poder blando. Pero, ¿qué ocurre con los propios dirigentes? Según Klaus Zwangsleitner, editor del recientemente publicado Official Portraits (Retratos oficiales, Trolley Press, 2005), los gobernantes pretenden transmitir “autoridad, liderazgo, estabilidad, benevolencia e incluso gracia” a través de sus fotos oficiales. Ahora, las importantísimas sesiones de fotos para la prensa ponen en marcha la maquinaria burocrática con mucha antelación y, hasta que el fotógrafo aprieta el botón de la cámara, se hace todo lo posible para que el personaje adquiera una apariencia agradable. La verdad es que en geopolítica la moda es importante, tanto en el caso de los hombres como en el de las mujeres. Los líderes son símbolos inevitables de sus respectivas naciones, y sus preferencias en cuanto a moda, con todas sus sutilezas, van moldeando y reforzando la percepción que se tiene de ellos globalmente, para lo bueno y para lo malo. Estados Unidos sabe de sobra que el poder duro no lo es todo. Su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, dio mucho que hablar el pasado mes de febrero cuando llegó a Alemania pavoneándose y enfundada de los pies a la cabeza en un impactante conjunto de color negro: botas altas, levita de estilo militar y falda por encima de la rodilla. La virulenta reacción a la cobertura que se dio a este hecho no se quedó atrás: “No recuerdo ningún comentario sobre los gustos de Colin Powell en cuanto a moda”, comentó alguien que estaba presente. “¿De verdad queremos que nuestros políticos se sometan al mismo examen riguroso que nuestros músicos, actores y la modelo Paris Hilton?”, se preguntaba otra persona. Como si quisiera conjugar lo que escribía el gran estratega militar Basil Liddell Hart sobre maniobras de tanques y alta costura hace un siglo (sí, este hombre era una autoridad en ambas materias), la ofensiva de encanto desplegada por Rice recordó a los espectadores del Viejo Continente que Estados Unidos es una potencia que debe tenerse en cuenta. Robin Givhan, del Washington Post, afirmó que “parecía como si la secretaria de Estado estuviera preparada para emplear duras palabras, dar golpes en la cabeza y protagonizar un congelado de imagen soltando de un salto una patada al estilo Matrix, en caso necesario”. Si quería demostrar al mundo que ella, y por ende EE UU, están a la altura de los retos que plantean simultáneamente un segundo mandato, la guerra contra el terrorismo y un continuo marasmo en Irak, no podía haber elegido mejor vestuario. Es posible que Rice haya aprendido dos o tres cosas de su jefe sobre el simbolismo de la forma de vestir. George W. Bush es consciente de que a menudo lo importante no es la propia indumentaria, sino la que un líder pide que los demás se pongan en su territorio. Éso es lo que puede inclinar la balanza del poder. En la cumbre del G-8 del pasado verano, celebrada en Sea Island (Georgia, EE UU), el presidente francés, Jacques Chirac, se presentó demasiado arreglado con un traje de chaqueta y una corbata roja recién planchada. Otros gobernantes fueron en vaqueros y camisa. Como señaló el periodista independiente Kenneth Dreyfack: “Ésa es la razón por la que tanto Bush como sus predecesores han intentado imponer la ropa informal para las reuniones importantes entre mandatarios. Supuestamente pensada para conseguir que los participantes se relajen, en realidad, les hace sentirse incómodos, y lo que es más importante, les sitúa en desventaja. Exigiéndoles que modifiquen algo tan personal como la manera de vestir, los invitados extranjeros a la Casa Blanca están aceptando sus reglas básicas incluso antes de sentarse a negociar”. Asimismo, no hay protocolo que pudiera evitar las avergonzadas sonrisas de los 21 dirigentes que se dieron cita en la última cumbre anual del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, celebrada en Santiago de Chile: haciendo un guiño a la tradición, todos se pusieron unos coloridos ponchos de alpaca, y así pasaron a estar inmediatamente en pie de igualdad en el tablero diplomático. Los trajes nuevos de los políticos: el paquistaní Mohamed Alí Jinnah utilizaba la estética de su pasado como abogado. Chirac no es el único que pasó vergüenza. Pocos días después de la segunda investidura de Bush en enero, Dick Cheney protagonizó la primera gran metedura de pata contra el buen gusto de 2005. Se presentó en la ceremonia de conmemoración del 60ª aniversario de la liberación del campo de concentración nazi de Auschwitz, según afirmó un espectador, con el tipo de ropa que uno se pone normalmente para “utilizar una máquina quitanieves”.
Embajada de Estonia
La OTAN exige a Rusia el fin inmediato del acoso a la Embajada de Estonia “Estas acciones son inaceptables”, afirma la organización aliada. La OTAN empleó ayer el lenguaje diplomático más duro que pudo encontrar para exigir a Rusia que ponga fin al acoso que sufre la Embajada de Estonia en Moscú. “Estas acciones son inaceptables y deben acabar de inmediato”, señaló la organización militar, que sumó su preocupación a la expresada anteriormente por la Comisión Europea, aunque ésta empleó términos menos ásperos. Las protestas de los jóvenes moscovitas frente a la legación estonia -en respuesta al traslado del monumento al soldado soviético en Tallin- son para la UE un desafío equiparable al de un asedio. Para la OTAN se trata de otro ejemplo del endurecimiento de Moscú ante Occidente, puesto de manifiesto la semana pasada con el anuncio del presidente Vladímir Putin de congelar su parte del acuerdo sobre limitación de fuerzas convencionales en Europa, por considerar que Occidente no cumple la suya. La moratoria es la respuesta rusa a los planes de EE UU de instalar un escudo antimisiles en Polonia y la República Checa. Tanto la OTAN como la UE reclaman a Moscú que cumpla sus obligaciones de la Convención de Viena en el campo diplomático y que resuelva sus diferencias con Tallin mediante el diálogo y la diplomacia. Los cortes en el aprovisionamiento de petróleo ruso a Estonia, enmascarados como reparaciones en la vía férrea por la que es transportado el crudo, ha vuelto a resucitar en Bruselas el espectro del empleo de la energía como arma de presión. El ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, pidió ayer a Estonia que se abstenga de dar “pasos provocadores” que puedan conducir a un ulterior empeoramiento de la situación. El País, Sección Interncional de 4 de mayo de 2007
Diplomacia, ¿una cuestión de la comida o del vestir?
Os aseguro que no es mi intención dedicarme a asuntos gastronómicos pero coincide otro artículo de un periódico muy importante de España con Diplomacia y una cena con comensales de renombre internacional. En anteriores artículos hemos hablado de la importancia del saber estar y la observancia a los Usos Diplomáticos en cenas o comidas de especial relevancia, por ello he colgado este artículo, ¡buen provecho! Ofendido, el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Manuchehr Mottaki, abandonó abruptamente anoche en Egipto una cena en la que debía sentarse enfrente de la secretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice, por un detalle que había pasado desapercibido a los diplomáticos y que para él resultaba ofensivo: el vestido rojo que lucía una violinista. Para los ojos del ministro, el traje era demasiado insinuante. Pero Washington no se cree esta versión de los hechos. Una eventual charla entre Rice y Mottaki eclipsa cualquier otro asunto de la Conferencia sobre Irak, que arrancó ayer en Sharm el Sheij (Egipto). En palabras del ministro iraquí de Exteriores, Hoshyar Zebari, “una entrevista entre Rice y Mottaki sería lo más importante de la conferencia”. Por la mañana, la secretaria de Estado estadounidense apenas intercambió un saludo con el ministro iraní de Exteriores cuando el anfitrión egipcio les hizo compartir mesa para el almuerzo. Rice sí se reunió por la tarde con su homólogo sirio, la otra oveja negra de EE UU en la región. Era el primer encuentro de este nivel entre los dos países desde el asesinato del primer ministro libanés, Rafik Hariri, en 2005. Las expectativas a la hora de la cena, que se celebró en el hotel Sheraton, a orillas del mar Rojo, eran muy grandes sobre la posibilidad de que Rice hablara con Mottaki en otro gesto sin precedentes, que parece apuntar a un cambio en la política de EE UU en la región. Sin embargo, el jefe de la diplomacia iraní abandonó precipitadamente la sala cuando el resto de los invitados de la cena, organizada por el ministro egipcio de los Asuntos Exteriores, Ahmed Abdulgheit, se estaban sentando. Fuentes diplomáticas estadounidenses han explicado que Mottaki se quejó a los egipcios del vestido rojo que lucía una violinista rusa, encargada de musicar la velada. “¿Cuál mujer le daba más miedo?” Para el ministro, el traje era indecente y ofensivo y este hecho le impedía permanecer ni un minuto más en el salón. “No estoy muy seguro de cuál mujer era la que le daba más miedo, si de la violinista del traje rojo o la secretaria de Estado”, ha ironizado sobre el incidente el portavoz de Ministerio estadounidense de Asuntos Exteriores, Sean McCormack. Para la diplomacia de EE UU, la verdadera razón de la espantada de Mottaki es tan simple como que no quería sentarse frente a frente con Rice. Así, según la versión estadounidense, la delegación iraní examinó con atención el plano de mesa antes de la llegada de Rice. Y la inesperada distribución de los asientos, frente a frente, causó una evidente “consternación” entre los delegados iraníes. De momento, egipcios e iraníes guardan silencio en torno a la huida de Mottaki. Tampoco se sabe qué opina la violinista de todo el embrollo. La posibilidad de una reunión entre Rice y Mottaki -las primeras conversaciones de alto nivel entre los dos países en tres décadas- ha sido muy comentada por los medios de comunicación durante días, pero el Gobierno de EE UU subraya que no había nada planeado. En el almuerzo de ayer jueves, ambos políticos se habían encontrado pero no mantuvieron conversación sustanciosa alguna. Según cuenta la enviada especial de este diario Ángeles Espinosa, Mottaki saludó a sus compañeros de mesa con el habitual salam aleikum (la paz esté con vosotros), una fórmula árabe que también se utiliza en Irán, a lo que Rice respondió hello (hola) antes de añadir: “Su inglés es mejor que mi árabe”. Hasta ahora, George W. Bush había apostado por redoblar el aislamiento político y económico del Gobierno iraní a cuenta de su programa nuclear. Sin embargo, durante los últimos días, los asesores de Rice y ella misma habían afirmado que estaban abiertos a una charla con el representante iraí e incluso Bush llegó a decir que “si se encontraban en los pasillos”, Rice era “una mujer muy educada”. Pero ese tipo de reuniones no ocurren por casualidad. Incluso las ocasiones para un intercambio de cortesías son fruto de la planificación y más aún, cómo se sienta a los invitados a una cena. Sea o no una excusa la historia del traje, lo cierto es que Irán promulgó en abril una normativa que obliga a las mujeres a llevar el velo islámico. También se les prohíbe usar pantalones cortos o faldas estrechas y cortas, así como los pañuelos pequeños que dejan a la vista parte del cabello. Por cierto, Rice, que suele usar falda, se puso ayer dos trajes de chaqueta y pantalón, uno gris y otro negro. El País, Sección Internacional 4 de mayo de 2007
El Menú Como Incidente Diplomático
Hace unos días publiqué en este blog un artículo relacionado con la comida en el mundo diplomático, buscando en la hemeroteca digital de El Mundo he encontrado este interesante artículo del 23 de agosto del 2002 también sobre el placer de comer. Quizá sea la peor trifulca que haya habido a propósito de la comida en Oriente Próximo desde que Caín ofreció a Dios el fruto de la tierra en vez de carne. Según informaciones de la prensa israelí, el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, se sintió ultrajado porque Sharon le sirvió a un general egipcio que le visitaba dos salchichas con tomate y no el abundante almuerzo que el general esperaba.Mubarak respondió al insulto calificando a Sharon de «gordinflón» que «se zampa un cordero entero para cenar», e Israel respondió con una condena a Mubarak por su ataque a Sharon -que, según se dice, comentó sarcásticamente que la próxima vez permitirían que el general se comiera tres salchichas-. Los banquetes han sido siempre esenciales para el mantenimiento de la paz en Oriente Próximo. La comida lubricaba los intercambios diplomáticos en el Egipto faraónico, que solía ganarse aliados con lo que denominaríamos en la actualidad ayuda alimentaria.En el año 1075 antes de Cristo, el rey de Byblos se negó a facilitar madera a la flota egipcia hasta que le llegaron con el correspondiente soborno en forma de pollos, gansos y vacas. En tiempos remotos, la categoría de los embajadores que visitaban Sumeria, se consideraba proporcional a los presentes que aportaban a la mesa, y los invitados a los banquetes debatían el prestigio de un vino de cosecha tardía y de las frutas del verano, por ejemplo. En Asiria, un banquete verdaderamente digno de ser recordado requirió 14.000 ovejas, 10.000 huevos y 10.000 ratas del desierto -las salchichas no aparecen mencionadas en los relatos históricos-. Una buena comida es tan importante en un encuentro diplomático como en un cuidado plan de seducción. A su vez, en el ámbito diplomático un menú deliberadamente deficiente ha sido interpretado siempre como una ofensa premeditada. Tito Andrónico, general romano vencedor de los godos según la tragedia de Shakespeare, subrayó su condición de triunfador al disponer que se le sirviera a la reina de los godos un plato de carne picada de sus propios hijos. Krum, un caudillo búlgaro del siglo IX, demostró sus intenciones bélicas al emplear sangre para brindar con los embajadores de Bizancio. Hace algunos años, The Jerusalem Post informó de que los representantes chinos hicieron que se sirviera cerdo a la delegación israelí cuando Israel suspendió un acuerdo de 1.000 millones de dólares para vender un avión espía a Pekín. Insultos como el de «gordinflón» no dejan de tener peculiares resonancias en Oriente Próximo. En el antiguo Egipto se representaba a las reinas y a los faraones con una planta de cinturita de avispa. El primer político gordo conocido ejercía su imperio en las tierras de Punt, correspondientes más o menos a las actuales costas somalíes, en el reino que rivalizaba con Egipto por el extremo sur del mar Rojo. Al rey de Punt se le representó como un grotesco gordinflón en las pinturas murales de la tumba de la reina Hatshepsut. Mucho tiempo después, con la conquista árabe, Egipto adoptó una estética con más curvas. Los califas tenían que ser esculturales y las bailarinas no tenían gracia si no se les bamboleaban las carnes. Así ha sido hasta nuestros días en los que, si un imán visita una casa, lo educado es retirar la grasa de la olla y servírsela en su plato. En realidad, la grandeza de una persona ha corrido siempre pareja con el tamaño de su circunferencia. En las civilizaciones primitivas, los grandes apetitos fomentaban la producción y generaban excedentes, es decir, las sobras de las que podían alimentarse unos pocos individuos más -ésta es la razón por la que las paredes de los salones de los reyes de antaño se decoraban en muchas ocasiones con escenas de banquetes-. Las crónicas nos cuentan hazañas de legendarias comilonas de la misma manera que lo hacen de victorias de conquistadores, de odiseas de exploradores y de leyes de tiranos -a Guido de Spoleto le negaron el trono de Francia porque era muy frugal en sus comidas-. En las sagas islandesas, los heroicos Logi y Loki se enfrentan en un concurso de comilones: Logi resulta ser el ganador porque se come la carne con huesos y todo, y hasta el plato. Así pues, los excesos de Sharon y las expectativas del señor Mubarak forman parte de una antigua tradición. No es probable que la promesa de tres salchichas vaya a calmar la cólera desatada. Es posible que ni siquiera sea suficiente la receta más abundante de la que se tiene noticia en la zona, una que incluye cinco hogazas de pan de cebada y dos pescaditos. Quizás todo esto no represente más que una advertencia a los diplomáticos de EEUU para que se mantengan al margen de Oriente Próximo, no sea que terminen por intervenir como intermediarios de menús. Articulo de Felipe Fernández-Armesto, historiador de Oxford y de la Universidad de Londres. Mi amigo Victor de Salamanca me ha recordado que La Torá permite el consumo de los animales terrestres que tienen pezuñas hendidas y rumian, dos características que deben darse al mismo tiempo, por tanto, el cerdo está prohibido. Ver normas CASHER.
Smallest Country
“Smallest Country” for Sale. Sea Views Included, Land Extra James Owen in London for National Geographic NewsJanuary 18, 2007 It’s not every day you see a real estate listing advertising “the possibility to have your own country. … something exclusive to a very few lucky people.”But that’s one current offer from the InmoNaranja agency in Motril, Spain.The “country” in question, Sealand, is said to come with its own citizens, government, money, stamps, flag, national anthem, and other trappings of nationhood—all for about a billion U.S. dollars. And you get to be royalty. It may sound like a bargain, but it doesn’t necessarily look like one. The “Principality of Sealand” is a rusting 5,920-square-foot (500-square-meter) platform perched on two concrete pillars in the North Sea off eastern England. It’s one of many so-called micro-nations—curious places where, if they actually exist, the chief export seems to be hyperbole. Sealand, a former British naval fort built during World War II, is offered for sale on behalf of “Prince Michael,” aka Michael Bates. Bates is the son of Paddy Roy Bates, a retired army major turned fisher turned pirate radio station operator. The elder Bates appropriated the abandoned sea fort, called Roughs Tower, from another pirate-radio operator in the mid-1960s. Having been convicted of breaking U.K. broadcasting law from another sea platform in 1966, Paddy Roy Bates aimed to restart BBMS (his Britain’s Better Music Station) from the farther-out tower—though he never did. Instead, Prince Roy of Sealand, as he called himself, declared Roughs Tower an independent country in 1967—making this year the 40th anniversary of “probably the smallest country in the world,” according to Inmonaranja. Bates’s sovereignty claim received a boost in 1975 after he repelled a British Navy assault by firing warning shots from his principality. U.K. courts ruled that the platform—located six miles (ten kilometers) off the eastern English county of Suffolk (United Kingdom map)—was outside British jurisdiction. At the time, the border of U.K. territorial waters was set at three miles (five kilometers) from the coast. But in 1987 the British government extended its territorial waters to 12 miles (19 kilometers) from the coast. Unrecognized Sealand’s Web site states: “The official language of Sealand is English and the Sealand Dollar has a fixed exchange rate of one U.S. dollar. Passports and stamps have been in circulation since 1969 and the latter decade of the 20th century saw an impressive expansion in its activity both socially and industrially as it began to develop a growing economic base which underscored its long-standing membership of the international community of States.” But the U.K. government says it doesn’t recognize Sealand, and neither do other nations. German and U.S. court rulings have both rejected its claims to independence. Other current micro-nations include the Gay and Lesbian Kingdom on islands in Australia’s Coral Sea—formed by a group of gay-rights activists in Queensland—and the Hutt River Province Principality, established in 1970 by farmers in the state of Western Australia in protest of changes to government agricultural policy. But, as with Sealand, you won’t find their names on the map. David Miller is a senior map editor with the National Geographic Society in Washington, D.C. He says the smallest state to appear in the current National Geographic Atlas of the World is Vatican City. Located inside Rome, Italy, the Catholic city-state covers 0.2 square mile (0.4 square kilometer). (National Geographic News is part of the National Geographic Society.) Other widely recognized pocket-size states include Andorra in the Pyrenees mountains, San Marino within Italy, and the Mediterranean Principality of Monaco. Miller said a state must meet three requirements if it is to make it into the atlas. First, it has to have land. “Secondly, it has to control territory. And third, it has to have international recognition.” Things aren’t always clear-cut, Miller said. There are gray areas where “sovereignty is disputed or yet to be resolved,” such as Somaliland in northern Somalia. “Somaliland has been a state since 1991, when the country fell into chaos with fighting among warlords” and Somalia’s government all but dissolved, he said. Somaliland isn’t generally recognized as a state, partly because its borders remain blurry in places due to the Somaliland authorities’ inability to secure the frontier from neighboring warlords in Somalia. No Claim Whatsoever? But Sealand has no claim to statehood “whatsoever,” Miller said. “It’s a platform. They don’t have land,” he said. “They might claim the platform but the land underneath, or control of the land, is just not there. And of course there’s no international recognition.” Miller also points out that, since 1987, Roughs Tower has been within U.K. territorial waters. “It is by all intents and purposes under the sovereignty of the United Kingdom. There just hasn’t been a specific court challenge in the U.K. that tests ownership of the platform.” So far the U.K. government has yet to assert its authority over the Sealand. That could explain why potential buyers don’t seem put off by Sealand’s tenuous status. Sealand, in keeping with its pirate-broadcasting tradition, is being marketed as a “digital paradise,” attracting interest from Web companies that might prefer to operate outside established copyright laws. Sealand’s latest suitors include The Pirate Bay, which allows Web users to download pirated movies and music. The site has launched an appeal to its customers to raise funds toward the purchase of Sealand—and has, at least temporarily, renamed its site Pirates of Sealand. But British legal experts say that, since the platform stands in U.K. waters, U.K. laws should apply. Prince Michael of Sealand, though, also has a more traditional sales pitch. “The neighbors are very quiet,” he told BBC Radio. “There is a good sea view.”