Las dos Coreas, que permanecen separadas desde el final de la guerra en 1953, podrán reinterpretar a partir de la próxima semana los delirantes chistes bélicos del inigualable humorista Gila y avisarse antes de atacar.
Dentro del reciente deshielo tras la escalada de la tensión vivida hasta el verano, Seúl y Pyongyang podrán llamarse por teléfono y preguntar por el enemigo para asegurarse de que tienen balas de sobra para todos antes de lanzar sus respectivas ofensivas militares.
El Paralelo 38
Bromas aparte, Corea del Norte y Corea del Sur pondrán en marcha un nuevo «teléfono rojo» para facilitar sus comunicaciones a través de la Zona Desmilitarizada que marca la frontera entre ambos países a la altura del Paralelo 38.
Para ello, y según anunció ayer el portavoz del Ministerio para la Reunificación de Corea del Sur, Chun Hae-sung, sus Ejércitos contarán con nueve canales de comunicación a través de modernos cables de fibra óptica. Dichos cables sustituirán a los antiguos de cobre que, hasta ahora, enlazaban varias líneas telefónicas de seguridad a ambos lados de la Península Coreana.
El año pasado, el régimen estalinista que dirige el «Querido Líder» Kim Jong-il cortó algunas de ellas como represalia por el endurecimiento de la postura del Gobierno surcoreano tras la subida al poder del presidente conservador Lee Myung-bak.
Aunque la división de las dos Coreas representa la última frontera que queda de la Guerra Fría, las relaciones entre Seúl y Pyongyang parecen vivir un momento de distensión gracias a la histórica visita en agosto del ex presidente de EE.UU., Bill Clinton, para liberar a dos periodistas americanas detenidas.
Con la fuerza que le dio su segundo ensayo atómico en mayo, el régimen de Kim Jong-il se ha mostrado dispuesto a volver a las negociaciones a seis bandas de Pekín sobre su desarme nuclear a cambio de reconocimiento diplomático, ayuda humanitaria y petróleo.
Sumido en un profundo estancamiento, Corea del Norte, el país más hermético y aislado del mundo, se enfrenta a un momento crucial por la reciente depreciación de su moneda nacional, que ha provocado insólitas protestas ciudadanas después de que millones de personas perdieran los exiguos ahorros de su vida.
ABC.