Mahmud Abbas y Benjamin Netanyahu dispuestos a reemprender la negociación
Como ha dicho el enviado especial de Estados Unidos en Oriente Próximo, George Mitchell, “todo sobre la mesa”. Ningún tema en discordia quedará al margen del diálogo directo que se reanudará el 2 de septiembre en Washington bajo la batuta del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Como el resto de citas del largo y rocoso proceso de paz iniciado en Oslo hace 17 años, las partes acudirán envueltos en un enorme pesimismo.
Tanto el presidente palestino, Abu Mazen, como el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aceptan la invitación oficial de la Casa Blanca convenciendo a los suyos que no han cedido. Netanyahu destaca que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, ha declarado hoy que serán negociaciones sin condiciones previas y Abu Mazen se agarra al plazo dado de un año para llegar a un acuerdo y la creación de un Estado palestino.
Tras “aplaudir y dar la bienvenida” a la invitación de Clinton, la Oficina del primer ministro israelí ha afirmado esta tarde que “Netanyahu ha mostrado su satisfacción ante la clarificación de Estados Unidos que las conversaciones se celebrarán sin condiciones previas”. Asimismo, afirma que “Israel desea negociaciones serias y amplias”. En el comunicado, añade: “Un acuerdo de paz es un reto difícil pero posible. Afrontamos las conversaciones con la voluntad verdadera de llegar a un acuerdo de paz entre los dos pueblos garantizando los intereses nacionales de Israel, encabezados por la seguridad”.
La reacción oficial palestina se conocerá esta noche tras la reunión extraordinaria del Comité Ejecutivo de la OLP en Ramala. Aunque hay voces contrarias que alertan sobre el “seguro fracaso” y “la pérdida de tiempo” de negociar con Netanyahu, Abu Mazen hará las maletas a Washington. Una negativa a la invitación de Clinton es algo impensable ya que se trataria de una bofetada a Estados Unidos. Algo que, como Netanyahu ha vivido en sus propias carnes, no es recomendable.
Una larga relación de desconfianza
No hay que engañarse. Todo indica que el pesimismo está justificado. La desconfianza mutua es tan grande que incluso las dos partes han luchado por cada coma y palabra de la carta de invitación de Obama y del anuncio del Cuarteto Internacional. Netanyahu deseaba un llamamiento corto, ambiguo y sin referencias a los temas cadentes (Jerusalén, refugiados, fronteras, etc.). Abu Mazen aspiraba a un documento detallado con fecha limite (12 meses) y marco final (fronteras del 67 con Jerusalén Este como capital de Palestina). Por eso, Israel prefiere leer la invitación de Obama y los palestinos se centrarán más en el comunicado del Cuarteto.
Desde que accedió al cargo hace un año y medio, Netanyahu busca casi desesperadamente la foto del apretón de manos con Abu Mazen bajo la mirada complaciente de Obama. Incluso sus seguidores más acérrimos opinan hoy que resultaba un poco “ridículo” su ruego continuo a Abu Mazen para que aceptara negociar cara a cara. “Netanyahu está dispuesto a sorprender y llegar a un acuerdo de paz siempre y cuando se garantice la seguridad de Israel”, prometen en el Gobierno donde la mayoría, sin embargo, es muy escéptica respecto a los resultados del diálogo con Ramala y más teniendo en cuenta la división interna palestina.
Abu Mazen, por su parte, huye de esa imagen con Bibi como si éste fuera fuego ya que sabe que el grupo rival, el islamista Hamas la usará como arma para demostrar aquello de que “es cómplice de la entidad sionista”. Además, Abu Mazen desconfia de Netanyahu y cree que todo es una trampa para que reducir la presión internacional sobre el Gobierno israelí.
El equipo negociador palestino ha advertido que si Netanyahu no prorroga la moratoria en la construcción en las colonias en Cisjordania (que ya de por sí considera “parcial”) se romperá el proceso. De ahí que la fecha clave no sea el 2 de septiembre en la Casa Blanca sino el 26 de septiembre en las colinas de Cisjordania. “Netanyahu debe elegir entre construir en los asentamientos en tierras palestinas o un proceso de paz justo. Ambas cosas juntas es imposible y la comunidad internacional piensa lo mismo”, dijo recientemente Ahmed Ahmad, allegado a Abu Mazen.
Netanyahu tiene un dilema porque prometió a los suyos que a partir del 26 “volveremos a construir y de forma más intensa en Judea y Samaria”. Si las negociaciones directas no se rompen antes, Netanyahu seguramente construirá sólo en los lugares que seguirían siendo parte de Israel en un futuro acuerdo. Si decide paralizarlo todo, su coalición se rebelará. Si decide construir en todos sitios, Obama se cabreará y Abu Mazen se levantará de la mesa.
ABC